8 de marzo de 2011

SER MUJER ES UN PRIVILEGIO Y UN DESAFIO

Entre flores y espinas

 “Nuestra sociedad está altamente masculinizada,
y hasta que las mujeres no asumamos responsabilidades,
no habrá una auténtica democracia” (N.A.H.)

Hace unos meses me reuní después de muchos años con mis compañeras y compañeros de promoción del Colegio Parroquial Padre Abad de Tingo María. En la conversación Kelly, una compañera, me pregunta ¿por qué te involucraste en la lucha a favor de los derechos humanos y los derechos de las mujeres?

Atiné a contestarle: porque soy ciudadana y, además de cuidar mi casa familiar, también me intereso por la casa grande: mi región, mi país, cuya paz depende de que se cumpla con un Estado de Derecho Democrático; porque vivo en un país cuya Constitución arranca del principio de igualdad. Vivo mi ser mujer no sólo como un privilegio sino también como un desafío.

¿Y era eso lo que soñabas cuando estabas en el colegio? – Replicó Kelly.

Uhmmm, yo soñaba llegar a los 40 guapa y en buena compañía, trabajar por la justicia y la paz, y eso implicaba compartir mi vida con alguien que coincidiera con mis principios y la equidad de género. - ¿Por qué? - preguntó Marisol.

La Equidad de Género es la garantía de contar con un piso parejo para el desarrollo personal y comunitario de hombres y mujeres. La visión de género, que la tuvo el mismo Jesús en el evangelio, pues fue un gran aliado de las mujeres, lo que le significaba ponerse en sus zapatos e imaginar cómo hay decisiones que afectan distintamente a hombres y mujeres. Así, entendemos que hay cargas desiguales, injustas… Y para disminuir esa desigualdad se echa mano de planes de desarrollo, programas, presupuestos, políticas públicas. Cumplir con la equidad le conviene al Estado y al país, pues en manos femeninas se guarda mucho de la ética para vigilar e incidir a favor de los sectores excluidos, los sin voz, los llamados “ciudadanos de segunda categoría”.

La conversa se hace extensa cuando Lucho Parave me pregunta - ¿y hay violencia de género?, ¿dónde se da? - Le respondo: en el corazón de cada familia, donde se valora más a un hijo que a una hija, en la creencia de que las mujeres no debemos ser autónomas, no podemos decidir bien, no sabemos lo que nos conviene. Se da la violencia en el desigual ejercicio del poder, por parte de hombres y mujeres; en la tristeza que les da a los hombres ver sus roles tradicionales cuestionados, relativizados y al no entender que su valor no está en el poder sino en su dignidad personal. Entonces, reaccionan con rencor y violencia, en vez de convertirse en aliados.

¿Y cómo podemos evitar eso?, ¿cuál sería la forma, cómo se haría, por qué deberíamos evitarlo? Y seguían viniendo varias preguntas juntas. - Les digo, Tolerancia amigos, como aceptación positiva de lo diferente. Pero no debemos tolerar lo que irrumpe la paz e incita al odio, la discriminación, la violencia. A eso hay que responder con la energía de un Estado de Derecho seguido de muy cerca por una sociedad que acepta las reglas del juego democrático, que vive la cultura de la legalidad.

Ser mujer es un gran privilegio en la existencia humana, pero también es un gran desafío. Es el privilegio de la flor que equilibra a la naturaleza, pero sobrevive trascendiendo la amenaza de las espinas.
El desafío de ser mujer se traduce en una historia de lucha constante por alcanzar la igualdad. A pesar de algunos avances la equidad de género es, hasta nuestros días, un proyecto en construcción para nuestra región, nuestro país y para muchas naciones.
En este Día Internacional de la Mujer, ¿haremos el propósito de vencer las espinas de nuestros miedos y prejuicios machistas, la justificación del maltrato, cierta indiferencia a participar activa y solidariamente con otras mujeres en la actividad pública?

Nidia Alegría Herrera
Directora Ejecutiva -Instituto Regional para la Paz
Miembro del Consejo Directivo Nacional de la CNDDHH
Miembro del Consejo Regional de la Mujer